martes, 22 de marzo de 2011

SAUL, DISMINUID LA VELOCIDAD FRENÉTICA EN LA QUE VIVÍS

Saúl. Disminuid la velocidad frenética en la que vivís.


Por medio de lograr la paz vosotros mismos –a través de prácticas de reducción de estrés como técnicas de relajación, meditación, danza, música, pintura, escritura, yoga, etc- lo compartís con familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo, ayudándoles a su vez, a lograr niveles más bajos de estrés.
 
Las mayores alteraciones que están ocurriendo a lo largo del planeta son indicadores –precursores- si preferís- de que el momento de despertar de la humanidad se está aproximando.
 
La ilusión, y las experiencias por las que estáis pasando dentro de ella, se están tornando cada vez más insostenibles mientras que más y más de vosotros sufrís en una escala no vista desde las últimas dos grandes guerras del siglo pasado.
 
Ya os habéis hartado y estáis rezando para que ocurra algo muchísimo mejor: vidas que podáis disfrutar sin el estrés y ansiedad de preocuparse por “¿qué viene ahora?”.
 
 Es increíble que hayáis permitido que la ilusión se tornara antes de tomar la decisión colectiva de despertar de ella.
 
Habéis estado dormidos tan profundamente y por tanto tiempo que el despertar requiere de una enorme cantidad de energía, que es la razón por la que están tan firmemente sujetos en el abrazo divino de Dios a medida que el sufre por ustedes con una infinita abundancia de Su Amor. 
 
Ninguno de ustedes es incapaz de no aprovecharlo, aunque por supuesto, podéis negaros a aceptarlo.
 
La cantidad de vosotros que os negáis a aceptar su regalo divino están disminuyendo rápidamente, porque nadie puede no estar consciente de que ahora necesitáis Su Amor para lograr la paz mental en este mundo incierto y amenazador en que parecéis tener vuestra existencia.
 
Por medio de lograr la paz vosotros mismos –a través de prácticas de reducción de estrés como técnicas de relajación, meditación, danza, música, pintura, escritura, yoga, etc- lo compartís con familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo, ayudándoles a su vez, a lograr niveles más bajos de estrés.
 
El hacer esto os permite disminuir la frenética velocidad con la que vivís, y os da tiempo de cuestionar vuestros motivos por exigiros tanto a vosotros mismos.
 
Muchas sociedades occidentales parecen ver un gran honor y valor en las activas vidas que llevan, ya sea en el trabajo o en el juego, ¡aunque vuestro juego también tiene tanto empuje que casi no se puede describir como juego!
 
La vida que lleváis, con tanto empuje no os deja tiempo para vuestra vida real. Llena cada momento con actividad –pensando, hablando, haciendo- dejándoos sin tiempo para reflexionar y considerar si vuestra vida os provee una real sensación de satisfacción o no.
 
En general, cada satisfacción experimentada es de corta duración, y luego otra fuente de satisfacción es necesaria para reemplazar la recién acabada.
 
La verdadera satisfacción es pacífica y dura; no es algo que se experimenta y luego se desecha. 
 
Ese tipo de experiencia no es nunca satisfactoria, que es la razón por la que siempre necesitan ser reemplazadas.
 
Esta constante prisa para más y más nuevas experiencias es realmente una prisa que se aleja de la vida, una negación de estar con vosotros mismos, aceptaros a vosotros mismos y disfrutar de la experiencia.
 
Muchos de vosotros encuentran que estar solos y en silencio es amenazador, porque todas las culturas de la humanidad os enseñan por medio de ejemplos como vosotros mismos no sois nada... no tenéis valor.
 
Pero si hacéis algo, puede hacer en contra de vuestra falta de valor, permitiéndoos uniros y pertenecer a un grupo, de esta manera asegurando que tenéis algo de valor.
 
Pero desafortunadamente, si cometéis errores o ofendéis a alguien, ese sentimiento de auto-valoración puede ser invalidado y podéis ser expulsados del grupo por el que habéis trabajado tan duro para ser parte de él- Entonces siempre hay una constante ansiedad que os lleva a mantener o mejorar vuestra posición en la sociedad.
 
El caso es que, tenéis infinito valor tal como sois. Las calificaciones, los títulos y logros no tienen ningún significado o valor, y pronto os daréis cuenta de ello porque la breve satisfacción que os dio no duró.
 
La satisfacción de una naturaleza duradera solo puede ser encontrada en vuestra auto-aceptación, y como Dios colocó un valor eterno e infinito sobre cada uno de Sus hijos, ¿cómo puede tener sentido que os juzguéis a vosotros mismos (o a cualquier otro) como inadecuados de cualquier manera? Recordaros a vosotros mismos al menos una vez al día de este hecho.
 
Dejad de juzgaros a vosotros mismos, es más, perdonaros a vosotros mismos por errores que no son más que aspectos sin sentido de la ilusión.
 
La resultante reducción de vuestro estrés y ansiedad personal os llevará adelante hacia un glorioso momento de despertar.
 
Con muchísimo amor, Saul.
 
03/20/2011 por John Smallman
 
Traductora: Macarena

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